Resignificando el envejecimiento y la vejez
Las estudiantes de la Licenciatura en Trabajo Social Dinella Massey y Ana Collares, de la sede Salto del Cenur Litoral Norte, en el marco de su práctica pre profesional de la carrera confeccionaron una Guía “Resignificando el envejecimiento y la vejez” y un Decálogo “¿Cómo nombramos a la vejez?”, sobre las formas de mencionar a las personas mayores en los medios de comunicación.
Ambos trabajos apuntan a informar y sensibilizar tanto a periodistas, comunicadores sociales, así como a quienes se desempeñan en instituciones vinculadas a personas mayores y público en general.
Guía “Resignificando el envejecimiento y la vejez”
Decálogo “¿Cómo nombramos a la vejez?”
Massey y Collares explicaron en una nota de prensa sobre el trabajo llevado a cabo:
Primero que nada, comentar que tanto la Guía “ Resignificando el envejecimiento y la vejez” como el decálogo” ¿Cómo nombramos a la vejez? Fueron pensados en el marco de la práctica pre profesional de Trabajo Social, con el objetivo de repensar y reflexionar sobre las formas de nombrar a las personas mayores, así como para también, como lo dice el nombre de uno de los documentos poder darle otro significado a lo que se entiende por vejez
En primer instancia, se consideró que fueran destinados a los medios de comunicación únicamente, pero, con el transcurso del tiempo mientras lo fuimos creando expandimos el destinatario no solo para los medios, sino que también para la población en general, entendiendo que es de relevancia que estos documentos llegue a manos de todos y de todas, y que cada uno/a pueda reflexionar en torno a este proceso, ya que desde el día uno que nacemos nos encontramos en envejecimiento.
La vejez, desde la postura que queremos promover hace referencia a una etapa vital, donde no hay características o situaciones homogéneas sino que rescatamos la diversidad de vejeces, la heterogeneidad de las personas mayores, es decir, ninguna es igual a la otra, cada una es única y diferente al resto, en función de su devenir y cuestiones como raza, género, condición socioeconómica, entre otras.
A lo largo del tiempo, los término vejez, viejo, vieja se han ido cargando de construcciones e imaginarios negativos asociandolos a la dependencia, la fragilidad, la enfermedad, lo cual ha influenciado fuertemente la identidad de las propias personas mayores, así como la visión que se tiene desde la sociedad hacia este colectivo.
Además, dentro de la Guía abordamos temas como el viejismo y el edadismo, dos formas de discriminación por edad, las cuales son una de las principales causas de discriminación, y de reproduccion de la misma entre las propias personas mayores, siendo algunos ejemplos de esto el pensar que son frágiles, que no pueden adaptarse, que no sirven, entre otras cuestiones.
Por otro lado, se tocan temas en torno a la feminización de la vejez y como las construcciones sociales de roles e identidades de género han implicado diferencias en la calidad de vida de estas personas y, por ende, como se llega a la vejez, sumado esto a los cambios demográficos, cambios sociales (la incorporación laboral de las mujeres), avances en tecnologías así como también en seguridad social ha implicado que se pueda y que competa hablar de una feminización de la vejez.
La aproximación a la Guía, cabe comentar que se ha tocado el tema de la interseccionalidad, ya que entendimos relevante posicionarnos desde una perspectiva de género entendiendo las múltiples formas de opresión y discriminacion que hay en torno a las mujeres mayores y, como en función de ciertas características singulares estas pueden ser diferentes, como ya se comentó, cuestiones como raza, género, clase social, económica, entre otras determinan en qué medida o de qué forma se dan dichos procesos de opresión o vulneración de derechos y libertades.
Por otra parte, se creyó necesario la problematización en torno a la sexualidad y como esta se asocia solo a ciertas etapas de la vida, quedando la vejez por fuera, considerándose estos actos tan naturales de la vida misma algo “feo” o “mal visto” si son llevados a cabo por una persona vieja/o.
En cuanto al decálogo,este es más acotado y conciso que la Guía, presentando nuevas formas de nombrar a las personas mayores, resignificando terminologías que se encuentran en desuso como anciano/a, viejito/a, abuelita/o, entre otros. El tener en cuenta la forma de referirnos al otro/a es de prudencia para ir conformando el proceso de envejecimiento y de vejez acorde a la propia realidad en la actualidad, el no llamarlos/as abuelos o abuelas porque no todos/as lo son, siendo de preferencia referirnos a cada uno/a desde su propio nombre o simplemente como personas mayores.
Consideramos pertinente plantear que se debe tener en cuenta que cada persona es única e irrepetible, por ende cada vejez lo será e irá dependiendo de las vivencias de cada uno/a, por lo que, es prudente culminar con las miradas unificantes sobre esta población la cual es muy diferente entre sí.
Enfrentarnos al mito de que las personas mayores son todas dependientes y enfermas, siendo de relevancia hablar y plantear la interdependencia como realidad, como realidad que nos involucra a todos y a todas por igual, ya que se todos/as dependemos de un/a otro/a en cierta medida para el desarrollo vital.
Además, dentro del decálogo se plasman algunas cifras reales de Uruguay, que permitan contrastar los mitos que existen, si bien se habla de que las personas mayores son todas dependientes, tan solo el el 5% de la población uruguaya tiene alguna dependencia severa, las cuales muchas de ellas se encuentran en residencias gerontológicas, este último término deja de lado concepciones en desuso como asilos o geriátricos.
Tener en cuenta los datos demográficos reales en la actualidad nos ayudaría a concientizar sobre la realidad del mundo entero el cual se encuentra en plena expansión del envejecimiento global, es una cuestión que nos interpela a todos y a todas contribuir para que la vejez de cada uno/a sea acorde a cómo cada uno/a lo quiere vivir sin limitaciones y/o miradas condicionantes.
Ambos trabajos pretenden contribuir a la reconstrucción de concepciones que anulen a las personas mayores, que anulen su capacidad de vivir la vida, como también evitar reproducir cuestiones que aluden a la vejez desde lo biológico simplemente, sino que poder abarcar otras dimensiones que hacen a la persona, como lo psicológico y lo social, conjugar estas tres dimensiones teniendo en cuenta el devenir singular de cada persona.